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¿Cómo llegamos hasta acá? Posmodernidad, sustento filosófico e ideológico del neoliberalismo (1/3)

Actualizado: 8 sept 2019

por Leandro Campaña Molina |


PRIMERA PARTE


Una introducción para entender conceptos: la posmodernidad y el neoliberalismo

El actual panorama económico, político y social argentino no es para nada sencillo. Atravesamos una profunda crisis que merece ser estudiada y comprendida.

En este artículo se intentará dar una respuesta a la pregunta formulada en el título desde una perspectiva, quizás para algunos, poco común. Mi objetivo será que el lector pueda tomar este artículo como un texto esclarecedor y lo utilice como una herramienta para comprender la realidad en la que vivimos. Para esto se requiere una lectura detenida y un pequeño esfuerzo por buscar ejemplos que le permitan visualizar de manera más clara lo que se escribe y que podrán abarcar desde el pasado hasta el presente, desde lo nacional hasta lo internacional, desde lo personal hasta lo colectivo. El abordaje se centrará especialmente en el fenómeno de la Posmodernidad como sustento ideológico y filosófico del neoliberalismo.

Una pequeña observación del panorama nacional (y también internacional) permite darnos cuenta, por ejemplo, del uso reiterado que se hace de conceptos como gestión, mercado, consenso, y tolerancia. Se intentará explicar entre otras cosas por qué se configura de esta manera el lenguaje político, cuáles son sus causas y consecuencias.


Posmodernidad

Aclarado esto, comencemos con la respuesta a una pregunta simple: ¿qué es la Posmodernidad? Para definir el significado de la palabra posmodernidad podemos comenzar con algo sencillo. La palabra posmodernidad acude al prefijo pos, por lo cual podríamos deducir correctamente que la posmodernidad significa algo que viene después de la Modernidad. De esta manera logramos una primera aproximación: Posmodernidad, después de la Modernidad.

Ahora bien, ¿qué es la Modernidad? Podríamos sostener primeramente que la Modernidad es la etapa histórica en la cual el hombre adquiere un papel central y protagónico ya que está comprometido con la historia y, en segundo lugar, que predominan las acciones y los imperativos fuertes. La cultura moderna se asienta en la figura protagónica del hombre racional cuya herramienta principal es la palabra, que le permite ordenar la sociedad a través de la política. Y que por racional persigue la verdad, una verdad única. Una cultura sustentada en valores que dan forma a una moral universal. La Modernidad es una cultura atravesada por la norma característica de una sociedad disciplinaria. Es una forma de vida que cree en el progreso y mira al futuro para construir un ideal de un hombre universal y prometeico. En este contexto, distintos pensadores modernos trataron de explicar la historia de forma científica destacándose entre ellos Karl Marx que propuso que el motor de la historia es la dialéctica de la lucha de clases.

Retomando la definición sencilla y primitiva acerca del significado de la Posmodernidad para complejizar un poco más el asunto podríamos establecer que el fin de las grandes meta narrativas definen la Posmodernidad. ¿Qué significa esto? Significa que a mediados del siglo XX perdimos la fe en los grandes relatos de emancipación política y en sus respectivos finales.

El libro inicial de las filosofías posmodernas es "La condición posmoderna" de Jean-François Lyotard. Allí sostiene que todas las culturas utilizan narrativas para dotarse a sí mismas de significado. Lyotard establece que hay cuatros grandes relatos: el cristiano, el marxista, el iluminista y el capitalista. Sin embargo lo sucedido en el siglo XX, principalmente las dos Guerras Mundiales, el fascismo y las dos bombas atómicas, demostraron el reverso perverso de la racionalidad moderna generando que Occidente comience a cuestionarla. Otro libro importante del filósofo francés es "La posmodernidad (explicada a los niños)" en el cual tiene un texto llamado "Misiva sobre la historia universal" donde decreta la muerte de estos grandes relatos.

El modelo cultural de la posmodernidad sucede en el tercer tercio del siglo XX a la cultura de la modernidad que durante mucho tiempo dominó la forma de vivir en Occidente y la filosofía posmoderna comienza a tener un auge especialmente después de la caída del muro de Berlín.

Neoliberalismo

Un siguiente concepto fundamental que le permitirá al lector comprender mejor este artículo es el de neoliberalismo. ¿Qué es el neoliberalismo? El neoliberalismo es una cosmovisión global que abarca la economía, el individuo y también una forma de gobierno. Es algo más que un modelo económico, es un nuevo orden normativo que se ha convertido en las últimas 3 décadas en la racionalidad dominante.

El neoliberalismo, a diferencia del liberalismo tradicional, entiende todo como mercado, por eso cambia de idea y en el mercado todos los actores son considerados pequeños capitales, ni propietarios ni trabajadores: capitales que compiten entre sí. Para el neoliberalismo sólo tenemos la dimensión económica: somos Homus Economicus.

Una fecha simbólica de la gestación del pensamiento neoliberal es el 1 de Abril de 1947, cuando se funda la Sociedad Mont Pelerin y se inaugura la idea de la economización de la vida. Para el neoliberalismo toda conducta es una conducta económica y todos los aspectos de la vida se enmarcan y se miden en términos económicos.

Ante la crisis de los años 70 comenzaron a gestarse las primeras experiencias neoliberales (Chile y Argentina). Comienza un cambio de la política monetaria, en la que los salarios comenzaron a fluctuar de acuerdo a la dinámica del mercado global, se inicia una lucha feroz contra el poder sindical, se recortan gastos sociales y se privatizan servicios públicos en la búsqueda de la aclamada eficiencia. Un término propio de la empresa privada pero ahora aplicado al funcionamiento del Estado. El neoliberalismo se sostiene por dos enemigos: el Estado de Bienestar y el Estado Socialista. Sin embargo, no renuncia al Estado sino que lo quiere para utilizarlo como una herramienta de redistribución de recursos hacia los sectores más favorecidos del sistema económico. Mientras el laissez-faire ("dejar hacer") es la forma de liberalismo clásico, la intervención estatal es esencial para el neoliberalismo: el Estado neoliberal es un Estado presente pero que gobierna para el mercado. Se reconoce que la idea del laissez-faire no debe ser entendida como natural sino que debe ser producida ya que originalmente el liberalismo despreció la importancia del rol del Estado. Los liberales tradicionales creían en el sentido natural del mercado, sin darse cuenta de que el funcionamiento del mercado libre requiere de regulaciones estatales.

El neoliberalismo satura a la democracia con significados y contenidos generados en el mercado. ¿Qué sucede cuando las prácticas del discurso, el debate, la ley, la soberanía popular, la educación, la participación, la salud, los bienes públicos y el poder democrático se someten a la organización económica? Se intentará responder a esta inquietud.

Ya tenemos conocimiento, tal vez no demasiado sólidos pero suficientes, acerca de la posmodernidad y el neoliberalismo. Ahora toca abordarlos desde una perspectiva crítica y profunda que permita sacar a la luz la estrecha relación entre ambos y cómo operaron para configurar al pensamiento occidental. Sin más introducción, empecemos.


El protagonista soy yo: el híper-individualismo

La Modernidad se diluye dando paso a la Posmodernidad. El hombre universal, protagónico y prometeico moderno se diluye dando paso a la persona. ¿Significa lo mismo? No, el hombre moderno al ser un ideal universal no puede ser identificado mientras que la persona posmoderna tiene un rostro y por lo tanto identidad. Se trata de uno mismo: el protagonista soy yo, el otro pierde importancia. Se trata del ejercicio de un extremo narcicismo que tiene, tal vez, su manifestación más clara en el ámbito de las redes sociales donde subimos lo que sentimos, pensamos y hacemos. Somos los protagonistas.

Gilles Lipovetsky, filósofo francés, acuña la idea del personalismo: una forma híper del individualismo típico de la Modernidad. No es casual que, como se dijo antes, la filosofía posmoderna prospere especialmente después de la caída del muro de Berlín si tomamos en consideración que el fin de la guerra fría significó el triunfo del individualismo capitalista.

Ahora bien, el individuo posmoderno posee una particularidad que lo distingue del individuo moderno: es una multiplicidad de identidades sin función ideológica ya que descree de la promesa de todo gran relato. Es un individuo sin fe, sin ideología y sin conciencia de clase. No es de extrañar, por ejemplo, que actualmente predomine en los sectores de izquierda, o mejor dicho progresistas, el uso de un discurso de corte individualista y acrítico que no reconoce los problemas de carácter sistémico (propios del sistema político-económico) y que responsabiliza a los individuos de toda injusticia mediante la despolitización de los mismos; es decir, no toma en cuenta el contexto social de estos. Esto puede visualizarse en las críticas hechas por algunos ambientalistas respecto al cambio climático. Mientras unos sostienen que se trata de un problema de carácter natural, algunos ambientalistas sostienen que se trata de un problema de carácter individual. ¿Qué tienen en común tanto el discurso de los unos (no muy ambientalistas) y los otros (ambientalistas)? Que no aparece la responsabilidad de carácter sistémica, esto es, la responsabilidad que le cae al sistema capitalista de producción por los desastres ambientales. Lo mismo sucede con algunas enfermedades y trastornos que han experimentado un auge en los últimos tiempos en las sociedades capitalistas como la depresión, la ansiedad y el estrés. Muchos consideran que se trata solamente de problemas psicológicos de índole privado adjudicándole sólo razones biológicas o químicas omitiendo cualquier idea de politización del fenómeno.

Ahora bien, otra particularidad que posee el individuo posmoderno es que puede traducirse en un individuo dionisíaco y no prometeico. El individuo dionisíaco es todo acto y no potencia, persigue el placer. Esto quiere decir que huimos de todo lo que no produzca placer, todo lo que hagamos debe producirlo y la posibilidad de no poder hacer algo que lo genere produce malestar. El mero bienestar se traduce como felicidad, una felicidad instantánea.


La satisfacción inmediata del deseo y el consumismo

Si el hombre moderno universal, protagónico, prometeico y sobre todo racional se diluye, la razón entonces dejará de ser el factor humano por excelencia: ahora será el turno del deseo. El deseo determinará las conductas y decisiones del individuo posmoderno que buscará la satisfacción inmediata, y el objetivo central de la vida posmoderna será alcanzar el placer. La vida posmoderna puede resumirse en una sucesión infinita de deseos y satisfacciones: desear, satisfacer ese deseo, perseguir otro deseo, satisfacerlo y así sucesivamente en una encadenación sin cesar y sin pausa. No sé lo que quiero pero lo quiero ya. ¿Qué sucede entonces? La vida se acelera, los tiempos de espera se eliminan y la búsqueda del placer se vuelve una cuestión urgente. ¿Cómo se resuelve esta urgencia? Simple, mediante el consumo. Pero no cualquier forma de consumo sino un consumo hiperbolizado.


Siempre es hoy: hay que vivir el instante

La idea central de la Modernidad de progreso pierde sentido: lo que importa es el hoy. El futuro ya no es el tiempo que predomina en el Posmodernismo, el tiempo de hoy es el presente. Se trata de vivir cada instante como si fuera el último convirtiéndose así lo instantáneo en un valor fundamental de la Posmodernidad mientras que la espera deja de ser relevante. La vida posmoderna se resume en una sucesión infinita de presentes en la cual no hay lugar para el pasado (porque ya sucedió) ni para el futuro (por su condición de lejanía); sólo tiene sentido lo que nos pasa hoy. Esto significa que el tiempo estalla, se pulveriza, no hay ni antes ni después, no hay causa ni consecuencia, no hay inicio ni final, nada comienza y nada termina. Fredric Jameson, crítico y teórico literario estadounidense, sostiene que el tiempo queda reducido a una expresión de presentes puros desconectados entre sí dando forma a una cultura rápida, sin historia y sin memoria.

Téngase en cuenta en este punto toda la estética de valoración de lo instantáneo que gira alrededor del arte, la música o la literatura por ejemplo.


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