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¡Déjenme odiar en paz, intolerantes!

Actualizado: 2 sept 2019

La libertad de expresión es hermosa. Es uno de los tesoros más grandes que tenemos como individuos libres e independientes. Es una lástima que alguna gente diga estar ejerciendo el derecho a la libertad de expresión cuando en realidad están difundiendo mensajes de odio. La libertad de expresión y la libertad de odio no son lo mismo. Que no te engañen.

¿Cómo podemos definir "libertad de expresión"? Podemos definirla, así a la pasada, como el derecho a decir y comunicar libremente los sentimientos y opiniones que llevemos con nosotrxs, sin que ello incite a la violencia física, psicológica y moral sobre otros individuos o grupos sociales igual de libres que nosotrxs. Podemos decir entonces que la libertad de expresión conlleva, también, la responsabilidad civil de no atentar contra la integridad física, psicológica o espiritual de otras personas. La libertad de expresión es un derecho que tenemos que saber usar con una enorme responsabilidad.

La libertad de odio, por otro lado, son esos discursos que, queriendo hacerse ver como "libertad de expresión", incitan a que se expulse, agreda, denigre, someta a castigos y humille a otros individuos basándose en su condición social, su etnia, su religión, su aspecto físico, su ascendencia, sus pensamientos políticos, etc. Acá tenemos un buen y preocupante ejemplo:

Y este es sólo un ejemplo "leve", ya que sólo se quedó en lo virtual de internet. Hoy en día, grupos neo-fascistas y neo-nazis están resurgiendo en el mundo, fogoneados por líderes políticos xenófobos, islamófobos, anticomunistas, ultra-religiosos y ultra-nacionalistas que intentan explicar las crisis económicas que atraviesan sus países echándole la culpa a lxs inmigrantes, las feministas, lxs musulmanes y lxs comunistas.

Y no sólo eso: cuando una persona intenta denigrar a otra que se auto-percibe de un género y/o sexualidad disidente, también está ejerciendo una acción de odio. Respetar el derecho a la libre identidad del otrx es fundamental. Decirle a una mujer trans que si nació con pito entonces es hombre y siempre lo seguirá siendo, es ejercer una acción de intolerancia y odio. Agustín Laje y este otro muchacho Gabriel Bracesco son comunicadores de masas, invitados a programas de televisión y radio, entrevistados por diarios y revistas, que difunden un mensaje de intolerancia brutal.

Esta gente no se está expresando libremente. Esta gente está incitando al odio. Odiar a las feministas, odiar a lxs musulmanes, odiar a lxs inmigrantes, odiar a lxs comunistas, odiar al resto de las comunidades del mundo. La libertad de odio es una libertad individualista (no individual, sino individualista, que reproduce el anti-otro y ensalza el pro-yo-mismo) que cancela las libertades ajenas. Cuando hay odio, muere la libertad. Al odio lo paramos con inclusión, con educación laica, con integración, con solidaridad, con respeto, con diálogo y con consenso. Pero ojo: si nos agreden, nos vamos a defender. Y si agreden a otrxs, lxs vamos a defender. Porque somos inclusivxs, pero a la intolerancia no se la tolera.

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