top of page
Contáctanos

¡Gracias por tu mensaje!

La escuela Fuentealba: ¿para quiénes?

Por Abril Chantal Collada


Se dice que lxs maestrxs enseñan porque tienen vocación; que cobran fortunas y que son vagxs y por eso hacen paro y no quieren ir a trabajar. Que hay algunos padres que se ofrecen a hacer ese trabajo. Se dice que el mejor maestro es el que nos enseña a que somos nosotros mismos los que transformamos la realidad y que podemos construir un mejor mañana si aprendemos a crecer, pensar y hacer con libertad.

A lxs que llamamos maestrxs tratamos de emular, gracias a ellxs que aprendemos y, no estoy hablando puntualmente de los conocimientos sino que son los vehículos de los saberes que aprehendemos. Más bien hablo de una cuestión de raigambre: nos preparan para la vida, en un mundo donde las garantías y seguridad se nos presentan como lo contrario.

Hay maestrxs que enseñan un tipo de escuela para resistir el derrumbe: asistiendo material y pedagógicamente y en comprensión para aquellos que participa activamente de la cultural del margen. Ayudan a soportar el presente: consuelan, asisten, escuchan pero saben de la fuerza modeladora de las condiciones socioeconómicas y culturales de la vida cotidiana. La escuela que levanta la bandera de Fuentealba es un espacio de construcción de las identidades.

Esta escuela no pretende civilizar: abandonamos la teoría sarmientina de la educación moralizadora, de la educación oligárquica para elite que teje redes para formar hombres políticos antes que aptos para actividades productivas. Sarmiento se ve elevado a una categoría de deidad, alejado de la inexorable realidad que campea la pobreza, la miseria, la injusticia, violencia, delitos y valores afines al capital. Es la resultante de un proyecto de nación, no de un pasado.

Expresamos la figura de Fuentealba porque es un punto de inflexión: una frontera que nos ayuda a pensar en qué se equivocaron las sociedades y nos devuelve el grado humano frente a la idolatría acrítica, la obediencia debida y el punto final. Carlos Fuentealba nos devuelve nuestra propia canción, nuestro pasado que se ve proyectado en las dolorosas horas de la vida cotidiana y la responsabilidad histórica: el amor hacia los nuestros, a los débiles sin paz, el amor a los trabajadores. Única forma de probar que la unidad de lucha sigue intacta.



Abonamos a Carlos porque vemos en él la figura de ejemplo militante en un contexto de defensa de la educación pública y de los derechos de lxs trabajadores docentes: para que emergiera el Carlos militante político había que tomar decisiones vitales: él sabía que querían un muerto y también, que había que jugarse el pellejo, porque no hay otra manera de cambiar las cosas que con el ejemplo de siempre, ese que empuja a borronear el cambio dentro de uno mismo. El compromiso solidario pesó más que la seguridad personal para Carlos esa tarde cuándo fue asesinado en manos del Estado en un contexto de protesta social.

Este 4 de abril, aprendemos de Carlos la pedagogía del ejemplo, el compromiso con el presente y la educación pública. A mover la estructura tradicional, recuperar el lugar de mujeres y obreros, que luchan por una educación sexual integral por un mundo sin violencias. Y a entender que la lucha de lxs trabajadores es más fuerte que las astucias de quiénes lo reprimen.

0 comentarios

Comments


bottom of page