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Mirando a Octubre.



Por: Camilo Sotelo Rocchi


Hoy en Latinoamérica la reacción está a la orden del día. Después de una primavera desarrollista, donde se estableció una unidad regional, se conquistaron nuevos derechos por voluntad popular, y se dieron y saldaron discusiones que nos ayudaron a avanzar como sociedad, viene la burguesía retomando terreno con el neoliberalismo como estandarte.


Las juventudes Comunistas sabemos que la conciliación de clases es un concepto fantasioso inventado para dormir al pueblo, que los intereses de sectores tan antagónicos de la sociedad como lo es el empresariado y la clase obrera jamás podrán ir de la mano en un mismo proyecto político, y al saber esto podemos comprender porque todo lo que parecía haber llegado para quedarse en estos primeros quince años progresistas en el continente fue barrido violentamente cuando los representantes del Capital decidieron recuperar la conducción de la región en su totalidad. Sabemos que las ordenes vienen bajadas de donde siempre lo han hecho en Latinoamérica, los Estados Unidos, y sabemos que acá está en juego mucho más que una serie de legislaciones y lemas de gobierno, sabemos que lo que le saca el sueño y le marca la agenda a Trump y sus colegas traidores de Macri, Piñera, Guaidó, y Bolsonaro (entre muchísimos otros gusanos) son nuestras tierras, nuestros ríos, nuestras minas, nuestra riqueza material y nuestra riqueza humana, los y las trabajadores que bajo coacción generan la ganancia destinada a los bolsillos empresariales para el enriquecimiento descarado e injusto de un sector ínfimo de la población que no solamente tiene a la Rosada bajo custodia, sino que tiene encadenada toda la vida económica nacional y regional para la satisfacción de sus fetiches e intereses personales. Este sector social que opera exactamente igual que los parásitos también encamina los planes productivos del país al crecimiento de sus propias firmas empresariales a costa de la calidad de vida de los trabajadores, que se vio reducida alarmantemente, perdiendo el poder adquisitivo (un 17,7% desde la asunción de Macri, según el CEPA), cayendo el salario real (solo en el sector privado un 11% según Invenómica, la caída del salario real más grande desde 2002), y echando a los trabajadores a la calle (9,6% de tasa de desempleo en lo que va del Macrismo, dice el propio Indec, la tasa más alta de los últimos 12 años).


Es un escenario hostil para las y los trabajadores, que ven en la casa de gobierno sentados a sus enemigos de clase, el empresariado más recalcitrante, dirigidos por los yanquis financiadores de dictaduras, que vulneran sus derechos y saquean sus bolsillos en interés de los gobernantes y sus firmas amigas. Y en este contexto regional y nacional, cuando los trabajadores latinoamericanos ven como sus tierras y su trabajo son una simple catapulta financiera para unos pares, se dan en octubre de este año las elecciones presidenciales en Argentina.


Unas elecciones marcadas por las suposiciones, que faltando poco más de medio año para realizarse siguen teniendo a los principales candidatos armados en base de deducciones.

No se conocen nombres del oficialismo, no se sabe si la carta fuerte terminará viniendo de los dinosaurios de la UCR o de los renovados chupasangres del PRO, pero sabemos que ambos desesperadamente intentarán perpetuar la sociedad Argentina-EEUU que tanto patalearon para conseguir poner nuestro país al servicio de los yanquis.


Tampoco se conoce como será la situación de la oposición, que durante el mandato macrista mostró una división en las cámaras entre el Kirchnerismo, el PJ, y el Massismo, y que siguen dejando abierta la incógnita de si habrá unificación de estos sectores junto más nombres del campo popular, o de si se primarán los propios intereses políticos y se dejará de lado toda posibilidad real de armar este amplio frente electoral con concretas posibilidades de derrotar electoralmente a Cambiemos.


Sergio Massa, lidere de una fracción del PJ


Las y los jóvenes comunistas tenemos en claro una serie de cosas: Una derrota electoral del Macrismo en octubre es nuestro objetivo entendiéndola como un golpe durísimo a la gusanera organizada por Estados Unidos de la que hablábamos antes, que de repente se ve con un nuevo frente de lucha en la región que consideró cerrado en 2015. Pero como comprendemos esto también entendemos que no hay que mentirnos, que ningún nombre propio de los que se están barajando podrá dar respuesta con solo ganar las elecciones a la crisis ya en marcha y a profundizar en los próximos años. La espalda política que hay que tener para enfrentar este escenario de ataque político y económico no tiene que ser una espalda política individual y reposando en un nombre propio, sino una espalda política de masas, antiimperialista, que prime la unión de los pueblos y el bienestar de la clase trabajadora y tenga lo que se tiene que tener para marcarle los puntos a los delegados del poder burgués, arrancándolos de nuestra vida económica y productiva y eliminándolos de los puestos de mando de nuestra gestión estatal de una vez por todas, para poder construir verdadero poder popular y no dejar abierta la posibilidad a una avanzada neoliberal como ya ocurrió en estos últimos años. Por lo tanto decimos que es importante la derrota electoral de Macri, como también decimos que con esto solo no alcanza, sino que es a duras penas el primer paso. La única fuerza capaz de terminar con el saqueo de nuestro país, la única fuerza capaz de cortarle el jueguito al empresariado parásito y de erigir y transformar la Argentina y a Latinoamérica en un bastión antiimperialista es la clase trabajadora organizada.


Como jóvenes comunistas, comprendemos que esta unión de trabajadores no puede armarse en torno a tibiezas y que independientemente del resultado de las elecciones de octubre, el pueblo trabajador argentino mediante vigilancia revolucionaria no puede dejar pasarle ninguna más a los gobernantes, tiene que empezar a defender sus derechos y su autoridad de clase en una forma irrestricta.

Decimos que la lucha de clases llegó a un punto crítico donde con tal de mantener y ganar poder en la región Estados Unidos está dispuesto a invadir y destinar dinero y hombres a esta misión (la valiosa enseñanza de Venezuela), que no hay lugar para el discurso conciliador (porque no existió jamás esa conciliación, porque no queremos que exista y porque no puede hacerlo), y que a esta lucha la tenemos que ganar con un claro mensaje anticapitalista, un mensaje comunista, que llame al análisis real de la situación y de nuestra propia historia reciente, que llame al pueblo a la organización real y efectiva, y que permita una organización popular que discuta poder y que le saque el sueño a la Casa Blanca. Vemos como en Venezuela nuestros compañeros enfrentan el ataque imperialista mediante la profundización del proyecto bolivariano, vemos como en Bolivia se consolida la unión y el apoyo de todo el pueblo en torno a la figura de Evo Morales, pero para que en este contexto de agresión yanqui esa unión se dé, los camaradas bolivianos se lanzan a la profundización de medidas y discursos, al comprender que no basta con la intención, que en nuestro escenario regional actual es necesaria la acción inmediata revolucionaria sin miramientos con los gusanos. Vemos como allá lejos en Siria los yanquis ven derrotadas sus intenciones injerencistas y ya barajan la idea de retirar las tropas de una vez por todas, y vemos como en la India, en las últimas semanas se dio la mayor huelga jamás dada en la historia, dirigida por el Partido Comunista Indio. Vemos como los cubanos establecen su nueva constitución y ratifican su compromiso con el socialismo, y al ver todo esto, al ver la situación límite del choque de clases, nosotros, las y los jóvenes comunistas no podemos no sentirnos envalentonados.


Evo Morales presidente de Bolivia


Llamamos a la derrota electoral de Macri en octubre, llamamos a la creación de la mayor unión popular posible, pero también llamamos a no olvidar que la legitimidad burguesa es fragilísima y está a su disposición, y que llegó la hora de las medidas revolucionarias. Construyamos poder popular revolucionario y anticapitalista, organicémonos, salgamos a las calles y demos la lucha en todos los frentes que se nos abran, establezcamos un mensaje y un análisis comunista en el seno del pueblo que tanto tiempo hizo falta, y démosle el golpe final a este sistema ya podrido.

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