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¿Quién nos cuida de la Policía?

¿Quién nos cuida de la Policía? La Federacion Juvenil Comunista se expreso respecto a la situación que viven los jóvenes durante la pandemia.



Como venimos sosteniendo, durante la pandemia, han recrudecido problemas ya existentes en nuestro pueblo como la gran desigualdad social que hace cada vez más vulnerable a importantes sectores sociales, afectando especialmente a la juventud, y se acentúa la violencia estatal y policial sobre estos sectores.


Esto no es una novedad, "las fuerzas de seguridad" siempre fueron las fuerzas represivas al servicio del poder. Desde que estamos en cuarentena los arrestos ilegales y asesinatos cometidos por estas fuerzas se han incrementado. La pandemia saca a la luz y profundiza tanto el hambre de una gran parte de nuestro pueblo como el accionar criminal de fuerzas de seguridad que persiguen y asesinan a lxs pibxs. No podemos permitir que se utilice la cuarentena, y la necesidad de sostener las medidas sanitarias indispensables, como excusa para la represión.


En Argentina, gracias a la lucha popular y al accionar de los organismos de Derechos Humanos, hemos logrado importantes triunfos en el juicio y castigo a los genocidas, en oponernos a la impunidad, pero aún nos queda mucho por hacer, mucho por lograr: el accionar de las fuerzas de seguridad, y terminar con la violencia estatal y policial es una de estas cuentas pendientes.

La violencia de los aparatos represivos del Estado, expresados en casos como el de Luciano Arruga, Santiago Maldonado y Rafael Nahuel para dar solo unos ejemplos, y la doctrina Chocobar impulsada por Macri y Bullrich, está instalada y se reproduce cada vez con más brutalidad hacia aquellos sectores golpeados por la desigual distribución de la riqueza que aún persiste.


No son casos aislados, son políticas de represión y disciplinamiento sistemáticas hacia las juventudes y los sectores populares. Las distintas policías y la gendarmería son utilizadas como grupos de choque para llevar adelante estas políticas. Estigmatizan a estos sectores y ponen en marcha un aparato autoritario y discriminador, un poder punitivo que criminaliza las luchas populares.


De este modo se persiguen y buscan “disciplinar” a quienes consideran “molestias sociales”, fomentando esta estigmatización desde los grandes medios de comunicación y los sectores más reaccionarios de la función pública, que buscan imponerse y determinar toda la “política de seguridad”. Como vía paralela a estas políticas, se impulsa descaradamente desde los mismos medios de comunicación y ciertos sectores políticos la “justicia por mano propia”. En nombre de proteger la propiedad privada, se justifica la represión contra lxs pibxs en los barrios y se deja de lado el debate sobre la desigualdad económica y social, y sobre la ausencia de un efectivo control político sobre las fuerzas de seguridad.


Bajo esta situación, crecen los casos de violencia policial y gatillo fácil en

Argentina en manos de un sistema represivo que funciona y se legitima en la sociedad como el “único” posible. Es decir, la única salida es la mano dura. La “seguridad” que proponen estos sectores es sinónimo de maltratos, de torturas, de arrestos ilegales, desapariciones forzosas, abuso de todo tipo contra la integridad física, emocional y sexual de las personas. Los asesinatos de Lucas Verón y Blas Correas son parte de esto, el accionar policial, y la complicidad de ciertos sectores de la justicia, hacen posible que estos asesinatos ocurran y, también, que queden impunes.


Durante el ASPO, medida valorable desde el aspecto sanitario, desde mediados de marzo, se ha dispuesto que las fuerzas represivas garanticen el control y cumplimiento de la cuarentena. La forma en que se ha implementado esto en muchos barrios, tiene como principal afectada a la clase trabajadora, que atraviesa una de las crisis económicas y sanitarias más complejas de las últimas décadas. Las políticas de represión no afectan a las clases privilegiadas, las cuales tienen derecho a salir a la calle, romper la cuarentena y esgrimir sus discursos reaccionarios y golpistas sin correr el riesgo de ser reprimidas, como hemos visto el 9 de julio y el 17 de agosto, por ejemplo. En todo el país las detenciones arbitrarias son comunes para lxs jóvenes de barrios pobres.

Hoy perduran todavía elementos que operan estas políticas desde los Ministerios y Secretarías de Seguridad, que sostienen programas de militarización que ya hemos vivido en nuestra historia. Los peligros de estas políticas se potencian al quedar muchas veces en manos de cúpulas policiales vinculadas con el narcotráfico, la venta de armas, la trata de personas y el juego ilícito. Estas son el nexo con el poder político más reaccionario. Para sostener esto es necesario crear un discurso que criminaliza a la juventud y legitima dichas prácticas. Esa juventud es la misma que está enfrentando una deserción escolar y un desempleo histórico. Es, a la vez, la misma que ayuda a bancar las ollas populares en los barrios.

Este discurso represor tiene en Patricia Bullrich a una de las principales representantes del mismo, que tiene, por ejemplo, en el gobierno de Rodríguez Larreta y Santilli en CABA, su puesta en práctica con una policía de la Ciudad formada en procedimientos represivos. Pero no son los únicos, funcionarios como Berni de Prov. de Buenos Aires, Maley de Tucumán, Anastasi de San Luis, llevan adelante las políticas que son responsables de 92 muertes en manos del aparato represivo. Que estos personajes sean parte de gobiernos que se proponen representar a los sectores populares es insostenible y quienes formamos parte del Frente de Todos, las fuerzas más afines, tenemos la responsabilidad de llevar estos debates hacia adentro, dada las contradicciones que el mismo frente tiene.


Berni con B de Bullrich, reivindica y representa la mano dura de las fuerzas represivas, sintetizando en su persona los deseos de la derecha y busca perfilarse como una de las figuras de la derecha de la política argentina, escribiendo sus opiniones en el diario La Nación o Infobae. En la provincia de Bs As. Desapareció Facundo Castro, quien fue visto por última vez en manos de la policía Bonaerense. Son muchos los funcionarios que presentan estas características, como Labayru en Rosario con una Guardia Urbana cada vez más autoritaria, en las provincias como en Chaco con Zalazar, como se evidencia en la provincia de Santa Fe y con la clara complicidad de la justicia donde, ciertos intentos por parte del Ministro de Seguridad Saín de reformar a la policía son insuficientes y no han dado muestras positivas de avance ante la resistencia de las derechas y la policía que no abandonan el espíritu represivo con la que el macrismo ha ganado mucho terreno.


Estas políticas no son casuales, responden a un plan represivo regional impulsado por las derechas en Latinoamérica y se inscribe en los programas de seguridad del departamento de Estado de los EE.UU. La lucha contra la represión de las fuerzas de seguridad y los planes de disciplinamiento social, son parte de la lucha antimperialista. Desde la Federación Juvenil Comunista abrazamos y acompañamos a los familiares de las víctimas de la violencia estatal y policial y nos ponemos a disposición de dar estas y todas las batallas. Esperamos, con un nudo en la garganta, el resultado de la autopsia que determinará si el cuerpo hallado en Bahía Blanca es o no el cuerpo de Facundo.


Entendemos que es el momento de Profundizar las denuncias y organizar el control y la acción popular y política para desmantelar los aparatos represivos. Proponemos impulsar Observatorios de Derechos Humanos en cada barrio. Las fuerzas represivas nunca se investigarán a sí mismas, ni lo harán los sectores judiciales y políticos que se valen de ellas para asegurar sus prebendas. La situación es urgente y se requieren decisiones políticas concretas, emanadas desde una autoridad popular con base colectiva. No existe seguridad para la juventud con personajes que crean que, con represión, la tortura y el hostigamiento se solucionan los problemas, que, en definitiva, criminalicen la pobreza.


La desigualdad social no se elimina con represión. Construyamos un Nunca Más para la violencia estatal y policial en todas sus expresiones. Mientras Duhalde y Berni brindan su show mediático, sembrando el miedo y discursos de odio, la juventud es reprimida en cada barrio. No nos olvidamos de Kosteki y Santillán, Luciano Arruga, Rafael Nahuel y todxs lxs pibxs que asesinó la maldita policía, y tampoco de sus responsables.


Exigimos la aparición con vida de Facundo Castro. Juicio y castigo a los responsables.

👉 Un horizonte sin desigualdades es posible

📣 Si la juventud está en peligro, la rebelión es inevitable.

✊ Enfrentemos unidxs la violencia estatal y policial, basta de impunidad

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