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¿Qué aprendimos del 26 de Julio?

  • Editorial


El 26 de julio es hoy en día un movimiento que lleva consigo la vanguardia del movimiento revolucionario. Ligado de forma final y completa al actual Partido Comunista es la estrella a seguir de todos los revolucionarios latinoamericanos. Pero el 26 de julio es más que un movimiento, es un hecho histórico único en el mundo que representa varios momentos claves de la historia de la humanidad.


¿Qué sacamos en limpio de un puñado de jóvenes valientes que se levantaron en armas contra el imperialismo?


En primer lugar lo obvio. El 26 demostró las habilidades inmortales de la juventud que desplegó a sus mejores hijos contra la tiranía en un combate a muerte por la liberación de un pueblo. Podemos y debemos reconocer a varios de esos jóvenes hoy escondidos por el estruendoso valor del asalto en si. De mas esta decir que sin ellos el Moncada no hubiese sido Moncada.


Abel Santamaria, mano derecha de Fidel, sacrificó su vida por defender a sus compañeros en retirada. Desde el Hospital Militar sus hombres disparaban contra los batistianos lo que centró la atención de los mismos. La sangre de Abel y una docena de jóvenes salvaron a la revolución ese día.


El Moncada, luego del ataque, funcionó como centro de exterminio para los que habían quedado vivos -que eran la mayoría- y allí a Abel se le torturó ferozmente sin poderle quitar una sola palabra. Lo mismo sucedió con su hermana, Haydee Santamaria, que a pesar de las amenazas contra su hermano tampoco dijo nada.


Abel Santamaria junto con Fidel Castro


Mario Muñoz Monroy fue otro de los combatientes del Moncada que reflejó el humanismo con el que combatían los revolucionarios. Monroy ayudaba a todo soldado enemigo herido y lo asistía junto con sus compañeros en el combate. Ese sentido del deber, de la compasión y de heroísmo no se vio en los lacayos de Batista que lo asesinaron, siendo prisionero, de la forma más cobarde que existe.


Mario Muñoz Monroy medico revolucionario



Era entonces el momento de Fidel, el momento único de salvar a la revolución del derrotismo y la desesperación. Porque para Fidel no fue una derrota. Fue un golpe muy fuerte, si, porque allí fueron asesinados grandes hombres y mujeres, pero no fue una derrota. Es entonces donde Fidel nos enseña la segunda gran lección del Moncada: El Moncada sería el pequeño motor que impulsaría el gran motor de la revolución. En otras palabras, sin la experiencia del Moncada, no tendríamos hoy la Cuba socialista.


En lo militar, a pesar de que el ejercito tuvo 3 veces más bajas que los revolucionarios, la acción fracasó; no así en lo político pues fue el puntapié para levantar otra vez a un pueblo que había luchado por su independencia casi 200 años.


Seguido a esto la ultima y tercera lección -entre muchísimas varias- nos la da Fidel en su grandioso discurso. Luego de ser aislado y condenado antes del juicio Fidel dicto las palabras que marcarían la historia de un pueblo entero. "La historia me absolverá" finalizaba ese discurso pero dentro de el demuestra que la acción revolucionaria de los pueblos, que la violencia del oprimido, esta justificada en todo momento pues son los opresores, tiranos y asesinos quien atropellan al pueblo honrado.


"Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado. [...] En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Ésos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana..."

Citó Fidel en el discurso donde pasó de ser un acusado a un acusador del régimen sangriento y dictatorial de Fulgencio Batista quien el 10 de marzo de 1952 abrió la puerta a la justa rebelión del pueblo cubano.


En ese discurso Fidel nos deja una enseñanza también clave: solo un gobierno revolucionario tiene la fuerza, pues es la verdadera fuerza del pueblo, de cambiarlo todo en pos de la mejoría de la mayoría. Ser revolucionario es entonces vital para la subsistencia humana. "Para no equivocarse en politica hay que ser revolucionario" decía Stalin como previendo el futuro del movimiento revolucionario cubano liderados por Fide, Guevara y Cienfuegos.


Debemos entonces entender que la rebeldía no solo esta justificada sino que es necesaria. Que nos sobra la valentía de cientos de miles de jóvenes y que la única forma de solucionar los infiernos en los que esta sumido el pueblo argentino es mediante un proceso revolucionario que, en palabras de Fidel, cambie lo que tenga que ser cambiado.


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