Por: Ayelén Beigbeder
El 5 de diciembre se dio a conocer en conferencia de prensa que el Tribunal Supremo Electoral otorga la posibilidad de la reelección a la fórmula de gobierno “Morales-García Linera” que viene dando una batalla sin tregua para sacar al pueblo boliviano de la pobreza a la que estuvieron sometidas las naciones que integran el país andino. Nuestro apoyo a quienes construyen la soberanía de la Patria Grande no conoce los límites de la democracia burguesa, y esto no es un pensamiento caprichoso ni aislado.
Nuestro continente asistió a la fundación del Estado Moderno mediante un proceso que combinó la primera independencia con el auge de la democracia. Estados Unidos logró sintetizar el significado de “democracia” cuando le ganó a la Unión Soviética la idea de “futuro” y “modernidad”. La democracia fue entonces rehén y cómplice de lo que es en realidad la dictadura del mercado, de los poderes concentrados y de la propiedad privada como sujeto de derecho en detrimento de los hombres y mujeres libres. Con la democracia al poder se han abierto paso distintos programas de gobiernos que, distinguiéndose sólo por su nombre, han abonado a la hegemonía de las trasnacionales y los planes de Estados Unidos sobre las economías de la región.
En los últimos 10 años (2009-2019) hemos visto madurar la incomodidad del establishment respecto de cómo se estaban vinculando las necesidades de los ciudadanos con los planes de ciertos gobernantes que eran elegidos mediante el voto popular. Hemos sido testigos y opositores férreos a los distintos planes de desestabilización de estos gobiernos (por poner un hecho de inicio, el intento de golpe de Estado en Honduras a José Manuel Zelaya Rosales) y, en el camino, tomamos algunas notas sobre la “democracia” que tenemos.
No hay sistema político dentro del capitalismo que pueda garantizar la soberanía del pueblo sobre las decisiones de sus gobernantes. La idea romántica de democracia representativa, que esté “vigilada” por la división de poderes y de la cual los ciudadanos participan revocando o acompañando mandatos mediante el voto, es una fantasía y nunca estuvo cerca de las experiencias democráticas que se han vivido, al menos no hasta ahora. No existe un juego limpio en la batalla electoral con reglas que favorecen siempre y sospechosamente a los más ricos.
¿Por qué deberíamos sentir entonces apego a estas reglas? De hecho, el pueblo boliviano no lo siente. El pueblo boliviano sabe que con el proyecto de país de Evo no va a faltar comida para lxs niños. Sabe que por vez primera rascaron un poco de las ganancias multimillonarias que su trabajo producía. Los bolivianos saben que para construir una patria justa, libre y soberana hay que molestar a más de un poderoso y modificar más de una regla. Son unos pocos pero bien coordinados, los que hicieron cortes en algunas ciudades bolivianas y que ahora amenazan a lxs miembrxs del Tribunal Supremo Electoral (TSE) para revocar su fallo. Se comienza a agrupar la derecha alrededor del “21F”, los medios les proporcionan cobertura franja completa.
Concretamente, esta posibilidad abierta por el TSE no es más que la posibilidad de refrendar nuevamente y mediante los votos, el apoyo popular al proyecto de Estado Plurinacional que se construye y defiende día a día en Bolivia. En la situación en la que está la “democracia” en países como Brasil, Argentina, Colombia el esfuerzo se multiplica infinitamente. La carrera armamentística que tuvo siempre a la V flota de la marina estadounidense en acción, ahora ya se traduce en la militarización del continente. La actividad política de las embajadas en nuestros países es enorme, la presencia del FMI está cercando a los países que plantean la soberanía sobre sus economías. Entre juicios políticos, destituciones, impugnaciones de candidaturas y prisión, todo acompañado por el relato enviado a cada casa mediante los medios de comunicación masivos, nos venden e intentan convencer de que la democracia ahora está legitimada y con un rumbo adecuado. Los números cierran con miles de personas en la miseria más aberrante. Eso no es democracia, eso es masacre capitalista. La democracia de Bolivia está cada día más sólida, arraigada a su pueblo y con una dignidad feroz. Los bolivianos y las bolivianas tienen cada unx un chaleco moral heredado de Fidel. En este momento crucial de crisis de capitalismo y de búsqueda de una alternativa concreta, es fundamental que Bolivia consolide y se fortalezca tal como vino haciendo.
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Es el asunto del poder, la democracia es una mera herramienta que Bolivia se propuso sacar de las manos de los más poderosos para que pase a ser parte de la discusión popular.
Toda nuestra solidaridad con el pueblo boliviano, Evo Morales y Álvaro García Linera.
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