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En la nota anterior hicimos una breve mención con respecto al avance de la ultraderecha en algunos países europeos. El fenómeno, sin embargo, es global. Y en América Latina encuentra sus dos más claros ejemplos en Bolivia y Brasil.
Los recientes sucesos en Bolivia nos demuestran que, lejos de una insurrección popular con características democráticas, lo que se está llevando a cabo es un golpe de Estado seguido de dictadura neofascista. Al día de la fecha los muertos son más de 15, y la autoproclamada "presidenta" ilegal, Jeanine Áñez, autorizó a las Fuerzas Armadas a asesinar manifestantes impunemente. Más sobre este decreto aquí.
Gran parte del pueblo boliviano no se ha quedado en sus casas viendo violentado el estado de derecho. Aquellos que han podido han salido a las calles a repudiar el golpe y a pedir por lo único que pueden pedir en estas situaciones: restitución del orden constitucional y un llamado a elecciones. El gobierno dictatorial y asesino que actualmente detenta el poder no ha hecho otra cosa más que llevar adelante una brutal represión y dejar bien en claro que la democracia es lo último que quieren ver restituida. Por si los muertos no fueran poco, también se está llevando a cabo un proceso de persecución, censura y proscripción de diputados, senadores y militantes del MAS (Movimiento al Socialismo, el partido de Evo Morales).
"Hay senadores y senadoras, diputados y diputadas, no todos, unos cuantos, que voy a empezar a publicar sus nombres, que están haciendo subversión (...). A partir de lunes voy a ordenar, ya tengo listas que los mismos dirigentes de varias zonas me están pasando, los van a empezar a detener con órdenes fiscales". - Arturo Murillo
Y por si todo lo anterior fuera poco, el gobierno ilegal y asesino que actualmente detenta el poder en Bolivia porta un discurso racista, anti indigenista y ultra católico. Esto es la derecha. Esta es la ultraderecha que avanza en el mundo.
La religión y "los valores" que se han perdido
El año pasado ganó las elecciones quien quizá sea uno de los seres humanos más despreciables que ha caminado sobre esta tierra. Jair Bolsonaro representa todo lo que está mal en el mundo: es un ex militar que justifica la dictadura de 1964, que dice que los muertos de ese proceso atroz no fueron suficientes y que le ha dicho a Michel Bachelet que Augusto Pinochet hizo bien en asesinar a su padre (Alberto Bachelet, un militar que se opuso al golpe contra Allende y fue torturado y asesinado por eso) entre otras barbaridades.
Si entramos al perfil de Twitter de este ser nefasto que hoy gobierna un país de 200 millones de personas, podemos ver una imagen muy típica.
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"Brasil sobre todo, Dios sobre todos" es lo que reza el banner de este neofascista. No hace falta hacer demasiada memoria para recordar qué hizo Jeanine Áñez, la "presidenta" ilegal de Bolivia, hace unos días nomás:
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Estos personajes, así como el resto de los dirigentes derechistas latinoamericanos (y europeos) portan el discurso ultra religioso en la piel. Lejos de sostener sus nefastos argumentos por la vía de la racionalidad y la ciencia, esta caterva de políticos asesinos justifican sus actos y pensamientos en "nombre de la fé": se oponen al aborto legal "porque es antinatural y porque nadie da o quita la vida más que Dios" (aparte de ellos, que mandan a matar opositores y justifican el asesinato de militantes socialistas); se oponen a la diversidad sexual "porque Dios hizo a los hombres con pito y a las mujeres con vagina"; se oponen a la educación laica porque "la enseñanza de la Biblia es moralmente superior y lleva a nuestros hijos por el buen camino".
Esgrimiendo argumentos tan llanos se han ganado la aceptación y el cariño de millones de latinoamericanos que, intolerantes ante los avances en materia de derechos que se han ido produciendo en el continente, expresan su total apoyo a proyectos que atentan contra el estado de derecho en pos de una "restauración de los valores morales tradicionales". En el caso de Brasil, por ejemplo, justificaron el encarcelamiento de Lula no porque lo hallaran culpable de corrupción, sino porque él representaba a todo un sector de la sociedad que "atentaba contra nuestros valores tradicionales y querían instaurar el comunismo en nuestro país". Si uno presta el oído atentamente, puede escucharlos decir "no me importa si Lula es culpable o no, yo quiero verlo preso porque es un comunista".
En Bolivia el caso es igual: Evo Morales hizo a un lado la religiosidad heredada de los tiempos de la colonia y le dio un espacio a los pueblos originarios. Eso a los hiper católicos les hizo hervir la sangre. Ya no les importa si Evo hizo fraude o no; quieren verlo muerto y quieren ver a los indígenas viviendo en la miseria mientras ellos vuelven a alzar la Biblia en el Palacio de Gobierno.
En España pasa algo similar con el partido Vox. Abiertamente franquistas, esta manga de neofascistas se oponen a la diversidad sexual, al feminismo, a la inmigración, al estado regulador, al aborto legal y a la diversidad étnica. En el caso del país ibérico, además, se suma el ferviente sentimiento nacionalista propio del franquismo: las comunidades no tienen derecho al autogobierno, no tienen derecho a independizarse si así lo desean, y ni siquiera tienen derecho a hablar sus idiomas. Por supuesto el elemento religioso está intrínsecamente presente. El diario El País nos da una excelente definición de lo que este nuevo partido encarna:
"En cambio, el discurso de Vox hace pensar en algunas de las caracterizaciones del fascismo. Es posible identificar, por ejemplo, todas y cada una de las «pasiones movilizadoras» que Paxton enumera como características del fascismo: la primacía del grupo (la nación española); la creencia de que el grupo es una víctima de sus enemigos (los independentistas, las feministas, los inmigrantes); el horror ante la decadencia del cosmopolitismo liberal y el individualismo (representado por la corrección política de la izquierda, los progres, y, otra vez, las feministas, pero también por la «derechita cobarde»); la autoridad de sus líderes naturales -siempre hombres- que encarnan el destino del grupo en esas imágenes épicas; y la belleza percibida en la violencia y la voluntad cuando éstas sirven al éxito del grupo en la lucha contra sus enemigos. Ellos son perfectamente conscientes y, a pesar de argumentar que están por encima de la izquierda y la derecha, se apropian del término facha, que consideran una «medalla en el pecho»."
Conclusión
Cerraremos la nota acá diciendo que hay algo que hila a estos tres casos que acabamos de ver: la identificación de un peligro que hay que combatir a como dé lugar, no importa si en el medio se rompen algunas reglas. Este enemigo, en estos tres casos, es la izquierda (con sus distintas variables, pero izquierda al fin). La izquierda, según ellos, es la responsable de los males que aquejan a sus países, y sólo destruyendo a la izquierda se salvarán los valores morales correctos. Ya vimos qué están haciendo en Brasil; ya vimos qué están haciendo en Chile (acá y acá), ya vimos qué están haciendo en Haití (acá), ya vimos qué hicieron en Ecuador (acá) y ya vimos lo que están haciendo en estos mismos momentos en Bolivia.
La derecha es esto. Es una máquina de matar pobres, una máquina de generar desigualdades, una máquina de enriquecer siempre a los mismos. La derecha está avanzando, y es nuestro deber detener su paso no sólo por América Latina, sino también por el resto del mundo.
Fuentes:
https://www.pagina12.com.ar/231672-impugnan-el-decreto-que-avala-la-represion-militar-en-bolivi
https://www.hispantv.com/noticias/bolivia/442592/detener-legisladores-morales-mas
http://razonesdecuba.cu/un-mes-de-manifestaciones-y-represion-en-chile/
https://www.pagina12.com.ar/224956-ecuador-intransigencia-toque-de-queda-y-represion
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