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Nuevos paradigmas, nuevas herramientas



Por Pedro Maldonado, militante del Partido Comunista de la Argentina |


Ante el éxito popular en las urnas se abre un abanico de nuevos paradigmas pero las mismas necesidades, nuevas posibilidades pero las mismas carencias. La democratización, la posibilidad de diálogo y la amplitud de legalidad son estandartes del nuevo gobierno -que intenta contrarrestar la persecución y la ultraviolencia, a la que, por miles de medios, se aferró el macrismo para respirar pero que paradójicamente lo sepultó- que debemos aprovechar los revolucionarios para discutir nuestro programa frente a las masas, aplicar el trabajo clasista sindical, construir herramientas fuertes y tensar la lucha de clases hasta su desenlace. Pero entonces ¿nos encontramos con las herramientas adecuadas?


El Frente de Todos nació con un uso táctico a la principal urgencia del momento: sacar al filofascismo amarillo de toda institución posible antes de que estuviéramos en una situación como la herencia nefasta del Estado chileno. Por lo tanto había que reunir toda fuerza política comprometida a defender las conquistas económicas y las garantías democrático-burguesas, lo que fue entendido por las fuerzas revolucionarias, progresistas y democráticas a la perfección siendo el gigante 48% un reflejo de la militancia conjunta por conseguir dicho objetivo. La convocatoria de un frente popular fue la respuesta adecuada, la herramienta correcta frente a situación en que se encontraba la clase trabajadora, en un duelo sin cuartel contra el macrismo. Los frentes populares, impulsados e ideados por Iósif Stalin responden a esto: a la unión de los fuerzas sociales, proletarios, pequeñoburgueses, burgueses comprometidos con las libertades democráticas para frenar en todos los ámbitos a las fuerzas fascistas y filofascistas, totalitarias y pro imperialistas que vienen a destruir y explotar todo a su paso, lo que constituye zarpazos desesperados pero mortales contra la clase trabajadora. Sería un error muy grande caracterizar al macrismo como fuerza fascista pero si tenemos en cuenta que es un gobierno de la gran burguesía compuesto por hijos directos de las dictaduras sangrientas y aliados decididos de los Estados Unidos, su historial de represiones, deudas ilegales, fugas de capitales a cuentas privadas, recortes, reformas inconsultas y en beneficio de su clase -sin descaro alguno- nos da la suma de un gobierno que trae ese tufo a totalitarismo que intenta esconder con ser “la nueva derecha”.


Por lo tanto tenemos en cuenta que este frente popular y electoral cumple objetivos tácticos muy marcados que abren la puerta a chances para nuestra fuerza (como la posibilidad de amplitud para la agitación y la propaganda) pero que tiene marcados los límites en cuanto la conducción del mismo frente. El PJ es quien domina con creces el espacio político -incluso caracterizando a este como un apéndice- y por lo tanto se rige por la idea burguesa, pues es dirigido por la burguesía, de la conciliación, el pacto social y el pacto nacional con sus antiguos enemigos y la clase trabajadora. Entonces sacamos algo claro y limpio: el carácter ideológico del frente va a estar marcado por quien lo dirija, o la burguesía o la clase obrera. Pues bien, conseguido el objetivo nos encontramos ante varias encrucijadas ¿qué hacemos con el frente actual? ¿cual es la tarea? ¿cómo cambia el gobierno de Fernández el tablero político nacional, regional e internacional?


Como hemos comentado anteriormente el nuevo gobierno levanta banderas de libertades democráticas y defensa de logros económicos para los trabajadores pero también viejas políticas justicialistas como lo es el nacionalismo y por lo tanto la independencia nacional en términos económicos, es decir la pretendida lucha antiimperialista que tanto se espera del gobierno. Pues bien, es demasiado pronto como para evaluar la certeza de las primeras dos banderas pero sí nos detendremos a hablar de la última. El justicialismo ha llevado siempre el discurso nacionalista de la independencia nacional, el cuidado de las empresas locales y la lucha contra los abusos de las multinacionales siempre fue carta para captar a las masas; pero una cosa es la retórica y otra cosa muy distinta es la práctica. Con cuestiones respecto a Bolivia, Fernández no reconoció a la dictadora Añez como presidenta legítima pero por otro lado a la invitación de la delegación venezolana, para la asunción del presidente, se le puso como requisito que Maduro no estuviera presente. Hace muy poco se aprobó la modificación a la ley 7722 en Mendoza que entre varias cosas daba el visto bueno a la megaminería a cielo abierto dejando a los trabajadores con las migajas de un ecosistema devastado, represión dura y recursos valiosos en manos de empresas extranjeras y, para colmo, contaminados. Por otro lado Argentina seguirá siendo parte del Cartel de Lima, grupo que busca desestabilizar a la hermana República Venezolana. “El nacionalismo sólo es posible con una política consecuente; y si en lugar de ella se toman medidas aisladas dentro de un contexto de nuestra dependencia integral, el resultado es que hay que buscar acuerdos con el imperialismo pagando altos precios económicos y políticos para compensar los desplantes iniciarles” decía John Cook respecto a los peronistas que en su tiempo no entendían que era ser, en efecto, antiimperialistas. Por lo que vemos el gobierno no tendrá esa política consecuente sino que se trata de los arreglos típicos y necesarios para mantenerse en el poder. ¿Debemos respaldar al gobierno como alternativa a, por ejemplo, un golpe de Estado? Si, por supuesto ¿Debemos dejar pasar de largo estas cosas? Por supuesto que no, pues es nuestro compromiso con la clase trabajadora y la revolución socialista. Es claro que por ejemplo hay que pararse firme con el gobierno contra los oligarcas del campo que representan el atraso y son símbolos de golpismo pero siempre con fines tácticos y no estratégicos.


De todas formas Fernández-Fernández constituye una pequeña traba en los planes norteamericanos pues ahora hay un piso menos que no apoya a la dictadura boliviana y que en ciertos puntos no le deja actuar “como Pedro por su casa” y eso es un revés muy grande teniendo en cuenta las macro-luchas que debe afrontar el imperio con China y los golpes en Medio Oriente. ¿Significa todo esto que el frente ha entrado en contradicción total y por lo tanto en desgaste? Desde mi punto de visto no es así aunque irremediablemente marcha hacia su camino natural que es el de desaparecer habiendo concluido su meta. El frente es todavía una puja - no contra el gobierno y es una inocencia creer que es “nuestro gobierno” o que se pueden disputar espacios - por protagonizar frentes de masas importantes y una oportunidad para discutir nuestro programa revolucionario frente a las masas en un combate ideológico sin precedentes contra otras fuerzas y para eso es necesario la construcción de cuadros leninistas de combate. Esto tiene que ser considerado también como un fin táctico. Además ha sido el punto de encuentro, si bien mínimo y sin mucha intención de relación, de los partidos comunistas y puede ser este el primer paso para entablar diálogos en pos de construir la unión de los comunistas en un nuevo frente. Asimismo aprovechar los espacios nuevos para la construcción de sindicatos clasistas y la lucha contra la burocracia sindical sin cuartel, porque como dijo el camarada Stalin “no se puede acabar con el capitalismo sin acabar con la ideología socialdemócrata del movimiento obrero”, mezclarse en la vida de los trabajadores, conocer sus falencias, sus deseos, comprender sus dolores pues son las masas obreras el factor decisivo para la victoria revolucionaria. Si queremos dirigir millones debemos estar en contacto con esos millones y para eso hace falta fortalecer al partido revolucionario tanto ideológica como organizativamente, esa es la tarea fundamental en este momento. La suma de fuerzas para cambiar la correlación de estas no son simplemente afiliados al partido, sino la capacidad de construir un partido orgánico y por lo tanto organizado con cuadros leninistas de acción constante, intelectuales militantes que teoricen sobre la realidad y se practique la praxis.


Es necesidad y objetivo común de varias organizaciones revolucionarias y progresistas la creación de un Frente de Liberación Nacional y Social, un frente que aglutine a todas esas fuerzas con un programa de acción basado en dos puntos principales: el antiimperialismo y la conducción obrera. No debe tratarse de simples acuerdos de coordinación de organizaciones para eventos coyunturales o reivindicativos sino un acuerdo orgánico que sirva como base madre para la construcción de varias herramientas estudiantiles, barriales etc como también impulsor de frentes antifascistas. No se trata tampoco de darle un carácter partidario sino bajo la idea de “golpear juntos pero marchar separados” con nuestras ideas y programas propios de cada partido. Ese frente único del pueblo tiene que contar con la política consecuente del antiimperialismo y solo podrá asegurar que sea así con la conducción obrera, abiertamente clasista contra los capitalistas y el imperio, cambiando de forma total la correlación de fuerzas pues constituye un ejército de masas gigante que hace valer las necesidades políticas y económicas del proletariado consciente. Las posibilidades democráticas actuales dan pie a esa lucha legal con total efectividad y es que se queda pequeño el frente electoral al enmarcarlo en una política de consenso burgués. Pensemos en la frase remarcada párrafos anteriores y es que 1) no puede haber antiimperialismo con la dirección burguesa del frente y 2) la única garantía revolucionaria es la dirección del proletariado.


La burguesía es incapaz de solucionar los problemas del capitalismo decadente -prueba de ello es la existencia del imperialismo, recurso desesperado en las últimas horas del capital- y no puede sino traer parches a heridas que se ensanchan más y más, el hambre crece cada día y el gobierno burgués progresista es incapaz de luchar contra la dominación latifundista del campo, los recursos naturales están en manos de grandes máquinas de expolio llamadas multinacionales y no hay solución porque el Estado burgués no es más que el ejército de funcionarios que representa a esas multinacionales. No hay perspectiva real de independencia con un Estado que no sea obrero y menos de supervivencia. Por eso se hace primordial trabajar en reunir a las fuerzas revolucionarias y crear un frente único obrero que levante las banderas antiimperialistas por el socialismo. El trabajo es arduo pues fuerzas aliadas como el peronismo de izquierda se ven hoy realmente mermados, y quedan sólo vestigios de lo que fueron en el pasado y los liquidadores del movimiento revolucionario aumentan pregonando “el fin de las ideologías” o el "socialismo del Siglo XXI”. La correlación de fuerzas es abismal y la socialdemocracia cabalga sobre pilas de muertos por el capital romantizando a las masas obreras con discursos recalentados. Debemos construir al partido revolucionario, estudiar a nuestros aliados y enemigos y construir conciencia revolucionaria en las masas obreras sin despegarnos un minuto de ellas. “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro

surgen los monstruos” decía Gramsci y debemos armarnos contra esos monstruos que ya conviven con nosotros.

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