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Progresismo dormilón: los acuerdos tardaron en llegar y la ultraderecha asciende en España



En este artículo nos ocuparemos de analizar brevemente lo acontecido en España entre el mes de abril y el fin de semana pasado. En este corto pero agitado período de tiempo, España vivió meses de incertidumbre, rosca política, especulaciones, encuestas, campañas y mucha polarización ideológica.

Comenzaremos esclareciendo las características fundamentales del sistema de gobierno español (que no es el mismo que en Argentina) para que se entienda mejor por qué las cosas no están todavía decididas.

En una segunda parte pasaremos a detallar qué pasó entre Abril y Noviembre en el país ibérico, cómo fueron las no-alianzas que llevaron a la situación presente, por qué hubo dos elecciones, qué cambió entre ellas y cómo queda el panorama político en la actualidad.

En tercera instancia, trataremos de abrir algunas interrogantes que nos permitan explicar por qué España (y sobretodo la izquierda española) llegó a esta situación.


 

El sistema gubernamental español


Para entender la política española hay que desprenderse un poco de la constitución electoral argentina. Las diferencias, si bien no son radicales, son considerables. Pasemos a ver pormenorizadamente cómo se constituye el sistema gubernamental español.

Quizá la diferencia fundamental entre el sistema español y el argentino (y de la mayoría de los sistemas latinoamericanos) es que el presidente no es electo por el voto directo de la ciudadanía. La figura del Presidente de Gobierno es confirmada por el Congreso de los Diputados: más específicamente, por la mayoría del mismo, es decir, por 176 diputados. Pasemos a explicar mejor esto.

En Argentina, el presidente es electo en voto directo por la ciudadanía. Quien obtiene más del %45 de los votos en primera vuelta, o más de %50 en ballotage, o más de %40 con una diferencia mayor a 10 puntos sobre el segundo, es electo presidente.

En España, el pueblo español vota una fórmula de gobierno, pero no decide la asunción de un presidente de manera directa. Una vez realizadas las elecciones, se contabilizan los votos y se distribuyen los escaños en la Cámara de los Diputados. Estos diputados son los que deciden quién asume la presidencia. Para ello, 176 diputados deben aprobar a una misma persona como Presidente del Gobierno Español.

Si ningún partido consiguió 176 diputados en la Cámara (que cuenta con 350 escaños en total, por lo que 176 es la mitad +1), deben forjar acuerdos con otros partidos para poder llegar a ese número y, de esta manera, confirmar un presidente. A esta instancia se la conoce como "Formar Gobierno", porque de esta manera se forma el gobierno que presidirá el ejecutivo por los siguientes años. En estos gobiernos de coalición los partidos acordantes suelen repartirse ministerios y puestos políticos de importancia, entre ellos el de la vicepresidencia. Un partido, si consigue una mayoría absoluta de al menos 176 escaños, puede formar gobierno por sí mismo, sin necesidad de acordar alianzas con ningún otro partido.


 

¿Qué pasó en abril?


En el mes de abril (el 28) se celebraron elecciones generales. El resultado fue el siguiente:


Como se puede apreciar en ese dinámico gráfico, ningún partido consiguió obtener la mitad+1 de los escaños, por lo que ninguno pudo formar gobierno con mayoría propia. Esto era, siguiendo las encuestas de las semanas anteriores, algo obvio. Se sabía que ningún partido conseguiría la mayoría absoluta, pero lo que no se sabía era qué acuerdos se iban a trazar entre las distintas fuerzas (sobre todo, con quién iba a transar el PSOE) para efectivamente formar gobierno.

Luego de celebradas las elecciones, Pablo Iglesias, líder del bloque Unidas Podemos, propuso a Pedro Sánchez (líder del PSOE y principal candidato a la presidencia) un gobierno de coalición con una distribución acorde a los votos obtenidos, algo que no estaba en los planes de Sánchez. El socialista pretendía efectivamente "formar un gobierno de coalición" con UP, lo que en realidad significaba exigirles sus votos en el Congreso para ser investido presidente pero otorgando puestos menores en el gobierno a los podemitas. Iglesias, lógicamente, se negó, y a cambio pidió 3 ministerios y la Vicepresidencia, algo a lo que Sánchez se opuso terminantemente. Las negociaciones finalizaron ahí, y Sánchez fue a Investidura a finales de julio.

El 23 de Julio se realizó la sesión de Investidura en el Congreso. En ella los diputados votarían para ver si efectivamente se investía como presidente a Sánchez. Para lograr esto, el candidato del PSOE necesitaba 176 de los 350 votos. Es decir, la mayoría absoluta.

No fue así. Sánchez recibió sólo 123 votos a favor (los de su propio partido), y más de 180 en contra, con varias abstenciones y algunas ausencias. Dos días después, el 25/07, la votación habría de repetirse, pero esta vez Sánchez sólo necesitaba mayoría simple, es decir, más votos positivos que negativos. Tampoco se dio. Nuevamente Sánchez consiguió 123 votos a favor, pero los votos en contra seguían siendo superiores a 160. A esta situación se la conoce como bloqueo. Cuando ningún partido alcanza ni mayoría absoluta ni mayoría simple y se ve imposible formar gobierno, la única alternativa sería volver a convocar a elecciones para redefinir el número de diputados por cada fuerza. Y esto fue precisamente lo que sucedió.

Probablemente, de haber sabido lo que ocurriría el 10 de noviembre, tanto el PSOE como Unidas Podemos habrían sido más laxos en sus aspiraciones (aunque por supuesto la responsabilidad última recae sobre el PSOE, que exigía demasiado ya teniendo la primera minoría en Diputados y la presidencia casi asegurada). Ambos partidos esperaban aumentar su caudal de votos en unas hipotéticas segundas elecciones, pero la realidad mostraría que esto fue exactamente al revés.


 

El ascenso de la ultraderecha


Contra todos los pronósticos (puesto que ni siquiera las encuestas visualizaban tal aumento en el caudal de votos), el partido ultraderechista Vox se hizo con 52 escaños en Diputados en las elecciones del 10 de noviembre de este año.

El PSOE y Unidas Podemos, que aspiraban a aumentar sus bancas, perdieron significativamente. El Partido Socialista Obrero Español pasó de 124 a 120 escaños, mientras que Unidas Podemos, que había conseguido 42 en abril, se quedó con 35 el 10/11. Una verdadera tragedia para la izquierda española.

El PP, la derecha suave, también aumentó sus escaños: pasó de 66 en abril a 88 en noviembre. La ex tercera fuerza en cantidad de bancadas, Ciudadanos, que en abril tenía 57, en noviembre bajó estrepitosamente a 10. Esos 47 diputados pasaron sin escalas al PP y al Vox, indudablemente. Así quedó el Congreso español:



Como se puede ver, no hay resultados seguros. Si las condiciones se dan, y esperemos que no se den, hasta podría ser investido Santiago Abascal, el fascista líder del Vox, si consigue ayuda del PP y de los partidos menores. Una realidad es segura: el PSOE se equivocó enormemente al no aceptar la propuesta de Iglesias en Julio. Con la minoría simple que le otorgaba U. Podemos en la segunda sesión de investidura, Sánchez sería presidente. Pero no.

Ahora, con el avance no sólo de la derecha suave (el PP), sino también del Vox, un partido abiertamente franquista, xenófobo, anti feminista, ultra católico y nacionalista, Pedro Sánchez se dio cuenta que hay cosas muchísimo peores que otorgarle la vicepresidencia a Pablo Iglesias.

Hoy, el PSOE y Unidas Podemos firmaron un preacuerdo para formar un gobierno de coalición, el primero desde el regreso de la democracia en 1978. Aún así, los números no estarían dando del todo. Sánchez no tiene mayoría absoluta ni por asomo, y si observamos el gráfico de arriba, apenas consigue, con el apoyo de Más País, una mayoría simple muy endeble si es que algunos diputados se abstienen.

Unidas Podemos, por su parte, apuró a aceptar el acuerdo con Sánchez por temor a que éste enfilara su mirada hacia el PP. Una coalición con el Partido Popular le daría a Sánchez mayoría absoluta, aunque esta alianza está bastante fuera de toda consideración.

Iglesias (derecha) y Sánchez (izquierda) en un apretón de manos que finaliza con 6 meses de disputa política

En el siguiente enlace del periódico El Mundo se puede visualizar perfectamente las distintas alianzas posibles de cara a los próximos meses que podrían o no investir a Sánchez como presidente.


 

¿Qué futuro le depara a España?


El mejor y más factible de los escenarios parecería ser que Sánchez sea investido presidente (en una segunda sesión, con mayoría simple) con el apoyo de Unidas Podemos, el rechazo del PP, de Ciudadanos y del Vox y la abstención del resto de las fuerzas. Sin embargo, ya van saliendo algunas voces a pronunciarse sobre el preacuerdo PSOE-Podemos.

Aitor Esteban, portavoz del Partido Nacionalista Vasco (que cuenta con 7 escaños en la Cámara), ha declarado que ven con buenos ojos la decisión tomada por Sánchez e Iglesias, y que lamentan que haya llegado tan tardíamente, propiciando el ascenso del Vox en el Congreso. Por su parte, Esquerra Republicana de Catalunya (13 escaños) ha expresado su desacuerdo con el pacto, manifestando que votará abiertamente en contra si el tema de Catalunya no es puesto en discusión.


El progresismo psoeísta se durmió. Es así. De haber aceptado el ofrecimiento de Iglesias en Julio, la ultraderecha tendría menos de la mitad de los escaños con los que actualmente cuenta.

¿Por qué cuesta tanto ver al enemigo real? Mientras la centroizquierda y la izquierda real se debaten en nimiedades sobre cuántos ministerios te voy a dar, cuánto vamos a hablar de X tema en los meses venideros, etc., la derecha avanza a paso lento (y no tan lento) pero seguro. No sólo en España, sino en el resto de los países de Europa y del mundo.

En Alemania, la extrema derecha representa el %12 del electorado, y sigue en ascenso. En Francia, Marie LePen consiguió el apoyo del %34 del electorado en las elecciones de 2017. En Portugal acaba de asumir el primer diputado ultraderechista desde la restauración de la democracia. En Polonia gobierna la derecha fuerte desde el 2015. Para ver más del avance de la extrema derecha en Europa, visitar este enlace.


¿Qué piensa hacer la izquierda mundial ante este avance? ¿Conviene enfrentarse a los gobiernos socialdemócratas con la misma intensidad que antes, o quizá sea conveniente dejar de lado viejas disputas y frenar a un enemigo, mucho más peligroso, que se alza violentamente rápido? Mientras el progresismo duerme la siesta, el neo-fascismo avanza a pasos agigantados.


Fuentes:



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