En las calles de Cochabamba, Bolivia, se ven todos los días al menos una docena de cadáveres en las calles.
La dictadura boliviana es, ademas de patética, un monstruo sangriento. Pasaron de la acción, y con acción nos referimos a sacar al ejercito y matar a tiros por la espalda, al cruzarse de brazos mientras el pueblo boliviano cae muerto en las calles.
En Cochabamba los cadáveres son dejados en bolsas negras o en ataudes frente a las casas o en espacios públicos. Las autoridades afirman que recogen entre 14 y 23 cadáveres diarios. No es de extrañar que colapsara el sistema funerario cuando los hospitales cierran por falta de insumos sumado a la ineficiencia golpista de tratar cualquier cosa.
"La Democracia" que vino a Bolivia hace unos meses a punta de espada y Biblia no ha dado indicios de ninguna elección. En cambio se encarga de perseguir a Evo, un sueño enloquecido de la bestia fascista para tener con que justificar los ríos de sangre que sigue derramando hasta el día de hoy.
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