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UniCaba, secundaria del futuro y pedagogía.


Por : Sara García


El mundo actual en contante transformación ha modificado el contexto pedagógico de alumnos y maestros. La constante conectividad y acceso a información, los cambios subjetivos en los alumnos, en su identificación y sus “modos de ser”, en sus aspectos cognitivos, desarrollados en torno a las nuevas tecnologías, junto a los cambios sociales, culturales y morales, parecieran abrir una brecha cada vez más insondable entre la escuela clásica y el mundo contemporáneo.

Desde hace años se viene analizando a la escuela como una tecnología de época, una “máquina anticuada” que sirvió a los propósitos específicos de la modernidad: “civilizar” a las masas, pero que aparentemente ya no tiene la capacidad de abordar a los nuevos sujetos. No puede negarse que los objetivos hayan cambiado, al igual que las subjetividades (y los cuerpos, podríamos agregar) de alumnos y maestros, y está más que clara la necesidad de modificar la escuela tradicional, sin embargo cabe preguntarnos si la UniCaba, que formará a los “facilitadores” necesarios para la nueva Secundaria del Futuro, satisfacen esta necesidad o son en realidad un paso más en la tremenda cadena de ajuste que viene llevando adelante el macrismo.

UniCABA, la universidad pedagógica.

Paradójicamente, en el proyecto de ley de la “universidad pedagógica” no se define la propuesta pedagógica, ni el rol docente ligado a nuevos maestros, aunque sí se delimita su perfil: el docente “emprendedor”. El emprendedurismo es central entre las características del nuevo docente, enfatizando sus “capacidades individuales” en un ambiente competitivo e individualista, que rompe con la estructura colectiva de la educación y elimina las redes de apoyo que podrían crearse entre educadores y equipo directivo de las instituciones educativas. Contradictoriamente también se cuenta entre las características del docente la capacidad de trabajar en grupo.

Además, en las presentaciones oficiales realizadas en la legislatura, se habla de la “pedagogía de las competencias”, fundada en las corrientes conductistas, que buscan estandarizar las capacidades para el trabajo, que se medirán a través de evaluaciones colectivas internacionales. Nuevamente, se contradicen: por un lado dicen creer en la diversidad y la realización de las capacidades individuales, y por el otro, buscan no solo estandarizar el conocimiento, sino incluso evaluar estas capacidades, como si la sociedad y las condiciones de los alumnos de toda la ciudad fuera homogénea. El proyecto niega y oculta las diferencias sociales abismales que coexisten en la ciudad de Buenos Aires y que este gobierno neoliberal no ha hecho nada más que reforzar.

Respecto a las nuevas tecnologías, el proyecto y sus auspiciantes muestran un elogio ciego a las tecnologías autoeducativas, sin criterio pedagógico para aplicarlas, demostrando un total desconocimiento o desinterés de las perspectivas pedagógicas actuales y las discusiones que tienen lugar en la comunidad educativa desde los ’90 cuando comenzaron a aplicarse las TICs en las escuelas. En el mismo sentido, la llamada Secundaria del Futuro reemplaza el contacto con el profesor por contacto virtual y experiencial, propone trabajar a través de videojuegos aniquilando el pensamiento crítico y desintegrando las subjetividades, creando una masa flaxible y acrítica.

El uso acrítico y desmedido de las tecnologías sin un criterio definido sobre su incorporación, correría el eje, ahora centrado en la pedagogía, hacia las nuevas tecnologías como el componente principal en el acto educativo. Como se viene discutiendo desde hace años, las tecnologías son una herramienta que en sí no son buenas ni malas para la educación, sino que el verdadero desafío es aplicarlos con una propuesta pedagógica acorde a las necesidades en la actualidad. Este enfoque no puede bajo ningún punto de vista dejar de lado cuestiones centrales en el acto pedagógico como lo son el vínculo o el intercambio que se dan en el encuentro cara a cara entre personas.

Nada nos dice este proyecto sobre el rol docente, las relaciones vinculares necesarias en el intercambio pedagógico, las emociones y elementos psicológicos que entran en juego o la autoridad del docente. No solo se dejan de lado cuestiones fundamentales para la educación, sino también discusiones que se vienen dando desde hace años en la comunidad educativa, como la importancia del intercambio en el aula tradicional, donde el alumno entra en contacto con pares, donde surgen cuestiones como la identificación o la diversidad, los valores, tradiciones, aquello que les es común y lo que no, el juego, las relaciones de poder, el contacto con lo similar y con lo ageno. El entorno virtual, aunque hoy sea cotidiano y constante, no es bajo ningún punto de vista el entorno ideal para los procesos educativos, que suponen no solo el traspaso de conocimientos, sino también la formación de una posición ética, valores y comportamientos sociales.

No intentamos negar la necesidad de una transformación modernizadora en la educación, que se adapte a la nueva realidad, las nuevas subjetividades y las nuevas tecnologías, sin embargo queda más que claro que estos proyecto intentan vendernos espejitos de colores para lo que es en realidad un fuerte ajuste no solo a la educación pública sino en el marco de un ajuste general, que necesita de mano de obra barata y flexible, acrítica y obediente. Después de todo, Esteban Bullrich lo dejó bastante claro cuando se refirió a sí mismo ante la Unión Industrial como “gerente de recursos humanos.




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